TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ROMA.
La madrugada del 9 de febrero, los alumnos de 4º de ESO
comenzaban un viaje inolvidable. Con caras de sueño y cargados de ilusión, cogíamos
un avión que nos dejaba en Roma a primera hora de la mañana. Desde que pusimos
el pie en la ciudad eterna no pararon de caminar, y quien haya pisado sus
antiguos adoquines sabrá, que a cada paso, le acompañaba un suspiro de admiración.
Toda la grandeza de la Ciudad Santa
se nos mostró en apenas 4 días. El Panteón de Agrippa, el Coliseo, San Pedro, la Capilla Sixtina , el Moisés, San
Juan Letrán y tantas otras maravillas calaron profundamente en el alma de los chicos.
Pudieron deleitarse con grandes obras artísticas que genios universales dejaron
para la posteridad; Bernini, Miguel Ángel, Rafael, Da Vinci y otros grandes
genios se comunicaron con ellos a través de sus inigualables creaciones.
Pisaron el mismo suelo en el Foro Romano que dos milenios antes pisaba Julio
César de regreso de sus históricas victorias.
Unos días después, regresaban al punto de partida. A la
puerta del colegio, nos traía el autocar del mismo aeropuerto, llevaban las
mismas caras de cansancio que tenían antes de empezar, las mismas maletas
contenían la misma ropa (un poco más arrugada, eso sí); sin embargo, ellos, los
alumnos, como diría Neruda, ya no eran los mismos. Habrá quien no lo crea,
habrá quien no lo entienda, pero todos ellos son conscientes ahora, de que un
pedacito de eternidad cabe en cuatro días.