sábado, 21 de febrero de 2015

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ROMA.

La madrugada del 9 de febrero, los alumnos de 4º de ESO comenzaban un viaje inolvidable. Con caras de sueño y cargados de ilusión, cogíamos un avión que nos dejaba en Roma a primera hora de la mañana. Desde que pusimos el pie en la ciudad eterna no pararon de caminar, y quien haya pisado sus antiguos adoquines sabrá, que a cada paso, le acompañaba un suspiro de admiración. Toda la grandeza de la Ciudad Santa se nos mostró en apenas 4 días. El Panteón de Agrippa, el Coliseo, San Pedro, la Capilla Sixtina, el Moisés, San Juan Letrán y tantas otras maravillas calaron profundamente en el alma de los chicos. Pudieron deleitarse con grandes obras artísticas que genios universales dejaron para la posteridad; Bernini, Miguel Ángel, Rafael, Da Vinci y otros grandes genios se comunicaron con ellos a través de sus inigualables creaciones. Pisaron el mismo suelo en el Foro Romano que dos milenios antes pisaba Julio César de regreso de sus históricas victorias.

Unos días después, regresaban al punto de partida. A la puerta del colegio, nos traía el autocar del mismo aeropuerto, llevaban las mismas caras de cansancio que tenían antes de empezar, las mismas maletas contenían la misma ropa (un poco más arrugada, eso sí); sin embargo, ellos, los alumnos, como diría Neruda, ya no eran los mismos. Habrá quien no lo crea, habrá quien no lo entienda, pero todos ellos son conscientes ahora, de que un pedacito de eternidad cabe en cuatro días.







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